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«Aquí estoy de nuevo en la misma estación de tren, soy un alma mas de las que aquí transcurren,
un alma más de las que cada día vienen a dar una alegre bienvenida o quizá un triste adiós,
éste se ha convertido en el lugar más visitado desde que partiste,
aquí he visto pasar las ultimas primaveras y también he vivido el gris invierno,
he visto caer una a una las hojas de los árboles en otoño y he soportado el inclemente sol del verano,
aquí te espero día tras día pues prometiste que por mí volverías, a veces veo tu silueta en alguien que camina como tú, pero sólo es una ilusión,
cuando se acerca puedo comprobar que no eres tú, que tendré que continuar esperando,
esta estación se ha convertido en mi segundo hogar, en mi sitio preferido,
aquí paso horas enteras con la soledad en medio de tanta gente, miro el reloj y me indica que ya por este día no llegará otro tren
y parto desconsolada con el corazón en la mano y la tristeza como compañera,
parto de nuevo con la esperanza de que tal vez mañana regresarás…»
(Anónimo)
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Sin duda, las estaciones de tren tienen un trasfondo romántico como pocos lugares. Se puede imaginar mil historias, mil novelas y navegar entre sus andenes sin necesidad de moverse. Estar sentado en una estación de tren y contemplar a todos los pasajeros que van y vienen es una de las mejores sensaciones que existen. Uno puede sentirse extraño dentro de ese vaivén de gente y también cercano, como si formara parte de la escena. Las estaciones de tren evocan fantasías, recuerdos y parece que nos trasladan hacia otros momentos ya vividos, o por vivir…
La Grand Central Terminal es conocida por los neoyorquinos como la Grand Central. Una estación terminal como otras miles que existen en todas las grandes ciudades alrededor del mundo. Situada en la calle 42 a la altura de la Avenida Park, justo en medio de la Gran Manzana, fue una de las grandes obras cuando se inauguró, y hoy en día está considerada como una de las más grandes estaciones terminales de trenes de todo el mundo.
Casi 50 andenes y más de 65 vías para una estación que se creó con la idea de ser la terminal para todos los trenes de larga distancia que partían desde Nueva York a todos los puntos cardinales del resto del país. Cuenta con dos niveles, los dos bajo tierra. Uno cuenta con más de 40 vías y el otro con más de 25. Su crecimiento ha sido constante desde su nacimiento, y sigue proyectándose una nueva mejora y reestructuración. Para cuando se termine, la estación dispondrá de un total de 75 vías y de casi 50 andenes. También conecta con los estados cercanos y con las ciudades vecinas de Nueva York.
Su nombre de ‘Grand Central Terminal’ se le otorgó en 1913, pero muchas personas siguen llamándola ‘Grand Central Station’. Ese es el nombre de la oficina postal que se encuentra próxima a la estación y que llevaba el mismo nombre que la antigua estación de trenes que estaba situada en el mismo lugar. Se calcula que por sus entrañas pasan más de 125 mil pasajeros diariamente. Y es famosa por tantas y tantas escenas de películas que se han rodado en sus interiores…
Rafael Guastavino nació en Valencia (España) en 1842 y murió en Baltimore (EEUU) en 1908. Fue un arquitecto y constructor que desarrolló casi toda su actividad en EEUU. Fue uno de los que instauró en ese país el sistema constructivo basado en la bóveda catalana. También conocida como bóveda tabicada, es una técnica de construcción tradicional catalana que consiste en cubrir el recinto o el espacio mediante una bóveda de ladrillos colocados por la parte plana. Esta técnica permitía construir una bóveda con una cierta rapidez y sin usar cimbra (una estructura auxiliar que sirve para sostener provisionalmente el peso de una bóveda durante la fase de construcción).
Esto provocó que su difusión y su uso se ampliaran por todo el mundo. Originalmente se utilizaba para fabricar las plantas bajas de las masías (casas típicas rurales catalanas) y de las construcciones urbanas populares. Pero a partir del siglo XIX esta técnica comenzó a aplicarse a fábricas y naves industriales y a planes urbanísticos como el que se realizó en la ciudad de Barcelona con su famoso ‘ensanche’ (‘eixample’). Pero para realizar dicha técnica era necesaria la habilidad de los albañiles. El origen de esta técnica de construcción se encuentra en los romanos. El uso del doblado de ladrillos es un hecho encontrado en muchos edificios de la antigua Roma.
Guastavino se formó como arquitecto en Barcelona, y ahí inició su trabajo y construyó la fábrica Batlló. Años después se trasladó a EEUU donde patentó el denominado ‘Guastavino system’, que en España era conocido como bóveda de ladrillo de plano o bóveda catalana. Y desde 1881 residió en Nueva York donde se hizo famoso gracias a su sistema y construyendo grandes bóvedas con ladrillos y cemento. Y gracias a esta técnica abrió la Guastavino Fireproof Construction Company, una empresa dedicada a la construcción de todo tipo de bóvedas tabicadas. Su trabajo consistía principalmente en el diseño y elaboración de la bóveda encargada. Varios edificios de la ciudad llevaron su sello personal. Entre ellos parte de la construcción de la Grand Central Terminal. Una carrera de éxitos que completó con el diseño de más de 360 edificios en toda la ciudad de Nueva York, además de más de cien en la ciudad de Boston y otros muchos en ciudades como Baltimore, Washington DC o Filadelfia. Su hijo Rafael continuó su trabajo.