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El piano

Publicado: 1 de junio de 2012 en Cine
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‘El Piano’ (The Piano) cuenta la historia de una mujer escocesa (Holly Hunter), cuyo padre la vende en matrimonio a un hombre originario de Nueva Zelanda (Sam Neill). La vende junto con su joven hija (Anna Paquin) y su piano para vivir con él en la isla de Oceanía. La peculiaridad de esta mujer radica en que ha dejado de hablar hace muchos años, utilizando su piano en lugar de su voz para comunicarse con el mundo que le rodea. Su hija sirve a su vez para traducir su comunicación mediante signos.

La llegada a la isla junto a la tripulación de un barco desde Escocia ya es todo un espectáculo. Su nuevo marido la obliga a abandonar el piano en medio de la playa para que un tiempo más tarde sea vendido a un vecino de su marido (Harvey Keitel), amante de la música de piano quien pretende que ella le enseñe mediante clases. Llega a hacer un trato con ella: le dejará tocar el piano (lo que significa el todo para ella) a cambio de que pueda tocarla. Es simplemente el comienzo de una relación curiosa, intensa y llena de emoción entre los dos personajes.

La película se estrenó en 1993  y fue escrita y dirigida por Jane Campion, directora neozelandesa nacida en 1954. Ya es una de las directoras neozelandesas más conocidas en todo el mundo, aunque la mayor parte de su trabajo lo ha realizado fuera de su país, principalmente en Australia (donde reside normalmente) y en los EEUU. Estuvo nominada al Oscar a la mejor dirección. Esta película consiguió tres Oscar: mejor actriz, mejor actriz secundaria y mejor guión original. Y la historia contagia emoción desde el primer momento, gracias a la sensibilidad que desborda por todos los costados, y por esa música compuesta por Michael Nyman que ayuda a meterse dentro de la historia.

Lo que ha conseguido el compositor británico pocos pueden decirlo. Incluir grandes sensaciones humanas en todas sus composiciones para películas, especializado en rasgos muy característicos, haciendo llegar con su música el guión de las películas hacia los espectadores, consiguiendo distinción, fama y popularidad, gracias sobre todo a su talento y a sus detalles estructurales, melodías perfectas, acordes maravillosos, tonos que demandan escucharlos una y otra vez, para adentrarse de lleno en la historia que cuentan.

La prueba de que cuando se une un gran guión, una gran historia, con unos decorados naturales inconfundibles e inmejorables, unido todo esto a un elenco de actores y actrices bordando su papel y a una música que embriaga desde la primera nota, el éxito está garantizado. Emociones humanas cien por cien, sentimientos a flor de piel, pensamientos, miradas, silencios y sonidos, gestos, roces, manos que se unen, lágrimas, sufrimiento, un sinfín de condiciones humanas puestas encima de la mesa para jugar con ellas, para que cada uno pueda combinarlas a su gusto, para comprender el fondo de las personas que intervienen, sus presentes, sus pasados y sus supuestos futuros.

Esta película habla de muchas cosas pero sobre todo de emoción en letras mayúsculas. Y expresar y mostrar emociones no es nada fácil, aunque viendo la película una y otra vez pueda parecer sencillo. Una joya de película que tuvo una gran crítica y un gran éxito de público. No podía ser de otra manera, porque nadie puede quedarse indiferente ante esta avalancha de sensibilidad puesta frente a nuestros ojos de forma adorable y melancólica. Una obra de arte tanto en forma y contenido y que demuestra que la creatividad es un don al alcance de muy pocos. Tan sólo queda disfrutarla en sus revisiones y desglosar esos pequeños detalles que en visiones anteriores se quedaron en el aire debido a la grandiosidad de su belleza.

Una historia de amor dentro de una historia dramática y con ambición. Pero hacía falta dotes de algo de eso para construir semejante obra. Una historia algo atípica, anormal incluso, sobre todo, según a lo que estamos acostumbrados. Sexo asomado sin estridencias, suficientes como para mostrar la evidencia de una relación entre dos seres atípicos, anormales incluso. Dos personas muy diferentes que se unen por necesidad, por soledad o por simple curiosidad. Un deseo que destapa la esencia del amor hasta límites insospechados, incluso para los dos protagonistas. Reparto perfecto, sin peros que valgan. Escenas inolvidables, fotografía espléndida y preciosa y con un final propio de una gran película. Se mire por donde se mire, una obra maestra en todos sus contextos y quizá difícil de igualar y de repetir. Una de esas películas en las que uno está muy satisfecho del tiempo empleado en su visión.