El chovinismo

Publicado: 18 de May de 2012 en Artículos
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«El chauvinismo es un producto casi natural del concepto de nación 

en la medida en que proviene directamente de la vieja idea de la misión nacional.

 Mientras este concepto de chauvinismo no se desarrolló en la ideología y permaneció en el reino bastante vago del orgullo nacional

o incluso nacionalista,

con frecuencia causó un alto sentido de responsabilidad por el bienestar de los pueblos atrasados»

(Hannah Arendt) 

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A muchos la palabra le suena a chino, aunque viene del francés. Muchos no conocen el origen de la palabra pero son acérrimos defensores de su utilización, aunque ni lo saben. Como ocurre muchísimas veces en la vida, uno está metido y fomentando una forma de acción sin darse cuenta de lo que hace. Le podríamos denominar ignorancia pero muchos se ofenderían. Pero le vamos a llamar ignorancia, puesto que es su calificación más perfecta. Como ignorante es el uso que se hace demasiado frecuente de esta creencia. Porque así más o menos está considerada esta costumbre de origen francés, más bien originaria de un personajes histórico francés, condecorado durante las guerras napoleónicas. Me estoy refiriendo a Nicolas Chauvin. 

A menudo este comportamiento es conocido también con el término ‘patriotismo’, esa creencia absurda y narcisista próxima a la paranoia y a la mitomanía que lo propio del país de origen o de la región a la que pertenecemos es lo mejor en cualquier aspecto que se nos ofrezca. Descrito así ya resulta de imbéciles pero, su uso es tan usual, que no sabes si pensar que el número de imbéciles es demasiado alto como para ser tomado en cuenta como algo empírico. Sea como fuere, lo cierto es que sin proponérselo (deducimos), un tal Chauvin, nacido posiblemente en Rochefort (Francia) sobre 1790, y que sirvió el Primer Ejército de la República Francesa y, posteriormente, al Ejército de Napoleón Bonaparte, creo que ‘chovinismo’. La historia sería increíble si no fuera porque parece ser real.

Parece ser que el tal Chauvin se alistó desde muy joven y resultó herido casi veinte veces, siempre dando su vida por la nación, siendo el resultado una desfiguración bastante reconocible y mutilación. El mismo Napoleón le condecoró con el Sable de Honor y una pensión de 200 francos. Fue famoso por su heroísmo pero también por su falta de modestia. Un ejemplo para todos los que decían llamarse ‘patriotas’ o ‘defensores de la patria’. Curiosamente, el mismo que fue idolatrado y querido por muchos, fue objeto de burla y de ridículo por sus compatriotas cuando el régimen de Napoleón se vino abajo, y por ser él una figura de su pasado histórico. Una obra de teatro posterior le inmortalizó como un símbolo y el ‘chovinismo’ se estableció como expresión del nacionalismo y de las maneras exageradas.

Si nos referimos al término como se entiende en la actualidad, podríamos asociarlo al sentimiento más ultranacionalista de ciertos grupos o de ciertas personas, que ineludiblemente, les dirige a odiar a ciertos grupos étnicos o minorías extranjeras, fomentando la xenofobia y exaltando valores ridículos o de escasa consideración, tanto a nivel humano como social. Es la expresión de la ignorancia más ridícula situada en mentes incluso que se hacen llamar ‘intelectuales’. Pero el chauvinismo como tal resulta un tanto paradójico. Constituye uno de esos argumentos falsos que sirven para persuadir a la población o a determinados segmentos de población, utilizando de manera fría y calculadora sus sentimientos, o los sentimientos naturales y generales, para exaltar pasiones y la defensa a ultranza de motivos nacionalistas, sin  ni siquiera argumentarlos.

Muchos pueden abogar por el uso manipulador que han llevado a cabo muchos gobiernos populistas en todas las generaciones de muchísimos países del primer mundo para llevar a cabo esta maniobra de dirección masiva de mentes hacia un determinado camino, pero no es menos cierto, que ese uso se ve agrandado por la falta de opinión crítica, en una palabra, por el mero hecho de contar con una población demasiado carente de conocimiento. Manipular a las masas siempre ha sido un objetivo para muchos tipos de gobiernos, y tocar la fibra de miles de conciudadanos con el mero hecho de decir o creer que lo propio es mejor que nada ya casi parece un argumento tibio e ineficaz como para meditar seriamente en que pueda salir airoso y victorioso.

Sin embargo, la realidad siempre supera la ficción y a nuestra propia imaginación. Y la realidad nos dice que el número de ‘chauvinistas’ en todo el mundo por metro cuadrado sigue aumentando como aumenta la ignorancia. Van de la mano y parece que ese es, en definitiva, el verdadero objetivo de la mayoría de los gobiernos; no tanto elevar el número de chauvinistas sino el de ignorantes. La razón, la ética, la racionalidad, son argumentos que están fuera de juego, parecen poco fiables y poco usados por la mayoría de políticos y organismos internacionales. Más vale alentar con románticos valores anclados en el pasado, cuando las cosas van mal, cuando todo parece que se hunde, usando el alfiler de la palabra para pinchar las nalgas de los ignorantes del mundo y rápidamente estallan los gritos, los olés, los vivas, los alborozos y la tontería más abismal para juntarse todos en un mismo núcleo, el de la falta absoluta de argumentos.

Cuando cualquier persona en cualquier parte del mundo asegura y reasegura que una cosa propia es la mejor del mundo puede deberse en la mayoría de los casos a que no conoce demasiado del resto del mundo. La frase que dice: ‘cuanto más sé más me doy cuenta de lo poco que sé’, demuestra a las claras que siempre estamos descubriendo, aprendiendo y conociendo. Creer que se sabe algo por encima del resto por ser propio ya parte en desventaja en cuanto a argumentos, puesto que cualquier persona con dos dedos de frente rebatirá fácilmente dicho precepto. Creer que existe una idiosincrasia, una personalidad única, un temperamento inequívoco y distinto para cada tribu, etnia, pueblo, raza, región o país, poseer un espíritu de pueblo específico, al cual sus miembros le deben adoración y servidumbre parece extraído de cualquier libro de la Edad Media pero nunca del siglo XXI.

Como dicen muchos, parece un sistema delirante que esconde un sentimiento neurótico de inferioridad en forma paranoica y con delirios de grandeza. Tan fácil y sencillo como esa descripción para enarbolar banderas al viento, pegar gritos a diestro y siniestro, lanzar proclamas contra el ‘diferente’ y creerse único por ser de un determinado lugar. Vivimos tiempos de racistas, xenófobos e intolerantes. Pero, ¿cuándo ha habido un tiempo en la historia del hombre que no haya sido así? Ya poco nos pilla por sorpresa puesto que ya estamos vacunados ante tanta enfermedad que nos rodea, venga de donde venga. Mientras muchos siguen alimentándose de mentiras y falacias para saciar su hambre de conocimiento, otros intentamos por todos los medios escapar de las garras de la ignorancia sin poder lograrlo del todo, aunque con la esperanza de que algún día impere la razón. Misión imposible.

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comentarios
  1. Mecha Carbo dice:

    Es verdad, los gobiernos quieren gente muy ignorante, fácil de manipular y así continuar en el poder que al final es lo único que les interesa. Lo de «ciudadanos» creo que les da alergía.

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  2. Interesante. La ignorancia es muy peligrosa y muy conveniente para los manipuladores.

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