Esnobismo

Publicado: 12 de agosto de 2011 en Artículos
Etiquetas:

Esnobismo es la admiración por todo lo que está de moda o se considera distinguido y elegante. Hace un par de años leí un artículo de Hugo Beccacece en el diario argentino La Nación en el que escribía que ‘todos somos esnobs aunque no lo sepamos’. Aunque no voy a discutir ningún párrafo de su magnífico artículo ni le voy a quitar ninguna razón en todo lo que dice y explica de forma concisa y clara, me gustaría recalcar algunas cosas que creo que servirán para definir exactamente qué es lo que entiendo yo y la gente del siglo XXI por distinción y elegancia. La distinción no se adquiere ni con dinero ni imitando a alguien. La distinción es como la clase, la tienes o no. La distinción no se fabrica, nadie es capaz de producirla. Lo que ocurre hoy en día ya no trata tanto de comprar o usar la distinción, más bien se trata, simplemente,  de dar la nota. Dando la nota mucha gente cree tener ese protagonismo por un día, por unas horas o por unos leves minutos. Dando la nota mucha gente se consagra dentro de su efímera fama para provocarle un aumento de su felicidad imaginaria dentro de su falso mundo. La conclusión puede ser realmente clara y deprimente; engañándose a sí mismos consiguen lo que ellos creen o denominan ‘distinción’. Y lo que sucede realmente es que la línea entre la distinción (más bien la llamaría ‘llamar la atención’) y hacer el ridículo es tan delgada tan delgada que se traspasa continuamente.

Otro tanto ocurre cuando hablamos de elegancia. La elegancia se tiene o no, al igual que la distinción. Uno puede ser más elegante que otro sin tener en cuenta el dinero que posea, de la familia provenga o con la que educación ha sido formado. La elegancia es intrínseca al ser humano. Me refiero a los que la poseen, lógicamente. Como la estupidez. También me refiero a los que la poseen. Supongo que habrá quien proponga que se puede aprender elegancia observando, estudiando comportamientos, pero creo sinceramente que por mucho que de eso ocurra nunca se poseerá la naturalidad y la sensibilidad de las personas que poseen la elegancia en sí mismas, puesto que ese adjetivo está incluido dentro de su propios caracteres y formas. Por la misma forma que no podemos imitar a una persona elegante ni a una persona distinguida no podemos pretender serlo, quizá lleguemos a parecernos pero nunca lo igualaremos. Y tampoco parece necesario realmente ni creo que haga falta. Cuando uno se acepta a sí mismo comienza la conquista de su otro yo, aquel que le hará grande. Ya estamos hartos de comprobar como muchas personas tienen un alto grado de elegancia aún siendo de una capa social baja y con unos niveles de ingresos menores que la media.

Y es que vivimos en una sociedad plagada de miedo, un miedo escénico a ser considerado ‘uno más’, el hecho de ser ‘como los demás‘ parece tratarse de algo trágico y totalmente contrario a nuestra forma de ser y, por consiguiente, provoca que muchas personas sean capaces de hacer verdaderas locuras, estupideces y tonterías que el ser humano es incapaz de imaginar. Las dudas, la inseguridad y los miedos creados en mentes frágiles conducen a estas situaciones, a veces, inverosímiles. La fragilidad del ser humano le hace ser todavía más inútil de lo que en sí ya puede llegar a ser. Querer ser diferente del resto no es malo si para ello no utilizamos verdaderas estratagemas de personaje de comedia.

Cierto es que los ‘esnobs’ han existido siempre y seguirán existiendo pero no es menos cierto que su aumento últimamente da que pensar. Los comportamientos exagerados, exentos de sentido y rayando el ridículo están a la orden del día y se nos presentan a nuestro alrededor de diferentes formas. Puede ser sobrevolando en helicóptero tu propia ciudad, o inaugurando un local, o un tranvía, o un museo, o una playa, o una tienda, o siendo el primero en comprar un producto de moda, o el último producto de tal marca, las gafas de moda, etc. Porque la moda está unida al esnobismo pero no podemos achacarle toda la culpa a ella, puesto que la moda se utiliza como canal para obtener la distinción o elegancia que creen será valorada, sin darse cuenta de que al final, todos los que siguen esa tendencia acaban siendo devorados por su propia ambición, siendo finalmente ‘uno más’ o ‘como los demás’.

Si compramos los primeros el último producto tecnológico de la marca de moda somos ‘interesantes’ sólo por unas horas, días o semanas, puesto que a continuación la masa seguirá nuestros pasos para convertirse en uno más de la manada. Esas horas, días o semanas representan la satisfacción del ‘esnob’ por ser ‘único’ aunque sólo sea por un espacio corto de tiempo. Actuar de semejante manera lleva a situaciones estúpidas e incongruentes como adquirir productos que no nos sirven para nada y que, quizá, ni nos entusiasman. Pero lo que manda sobre todo es haberlo adquirido porque no lo tenía nadie, o ‘todavía’ no lo tenía nadie.

Cuántas veces hemos oído: ¿Pero todavía no has comido en tal local?, cuando resulta que el ‘tal’ local lleva una semana abierto. Y esto te hace pensar que esa persona ha ido a comer ahí solamente para poder decir que ya ha ido ahí y tú no. El mismo hecho de haber ido ya y ser de los primeros en haber ido ya les provoca un estímulo parecido al orgasmo. Poder echárselo en la cara de sus amigos y conocidos será el resto del festín.

Recuerdo que a punto de inaugurar un restaurante gastronómico recibíamos llamadas de gente que nos preguntaba por el día de la inauguración y cuando le contestábamos que todavía no era seguro, que se estaba barajando, que las obras no habían finalizado, etcétera, siempre añadían incrédulos ante nuestras explicaciones, que teníamos que saberlo pero que no queríamos despejar la incógnita, con lo cual otr@s ocuparían ese lugar ‘reservado’ para ser los primeros en haber inaugurado el local. Su enfado era espectacularmente proporcional a la estupidez que albergaban.

Llevo años observando cómo el auge del esnobismo en la sociedad actual sigue en aumento. Y creo que ese aumento va ligado proporcionalmente al aumento de la ignorancia. Cuántos más ignorantes aparecen más esnobismo se transporta o se transmite. Y la verdad es que ya cansa. Una cosa es querer ser diferente o distinto y otra muy diferente serlo o parecerlo. Pero creo que esto irá aumentando como está ocurriendo últimamente con todas las estupideces humanas.

comentarios
  1. Miquel dice:

    Has dado en el clavo, vivimos inmersos en la cultura de lo exclusivo. Dónde la gilipollez humana alcanza grados insospechados cuando se trata de buscar reconocimiento social a base de aparentar.
    Tener, ser, haber estado o vivido, parecen fórmulas que legitimizan a opinar con más criterio que quien no tiene, no es, no ha estado o no ha vivido x experiencia. Snobs o fantasmas, los hay para todos los gustos. A mi siempre me han hecho gracia esos que van de conocer mundo, de haber viajado los 5 continentes y hablar de culturas y países como si hubiesen nacido en cada uno de ellos. Después les haces tres preguntas de básica y no tienen ni pajotera idea de que les hablas, eso sí, tus conocimientos, aunque sean muy instruidos, valen un grado menos porque no has estado allí y claro, no sabes como es aquello. Normalmente suelen ser los mismos que se dejan toda la paga en ir a cenar conceptualizad o que te hablan de Barceló como a genio pictórico, yo les llamo soplagaitas.

    Me gusta

  2. Javier dice:

    Muy buen articulo, esto de los restaurantes de moda especialmente siempre me ha dejado frio, este ano es este y para el siguiente ya no vale, hay que ir a otro, como si el cocinero de repente ya no fuera bueno, es flipante antes ibamos al mismo por decadas y nos encantaba, que mundo tan absurdo.
    Javier

    Me gusta

Deja un comentario