El arte de la relajación

Publicado: 14 de octubre de 2012 en Artículos
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«La meditación persistente sugiere siempre argumentos contra las decisiones;

la profunda reflexión acaba a menudo en inercia»

(Auguste Rodin)

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La meditación es la práctica de un estado de atención concentrada, sobre un objeto externo, pensamiento, la propia consciencia o el propio estado de la concentración. El término viene del latín y significa un tipo de ejercicio intelectual. En Occidente se ha distinguido entre la meditación y la contemplación, dándole al segundo significado un aspecto más religioso o espiritual. En Oriente se dio un nuevo uso a la palabra, refiriéndose a la meditación propia a través del yoga, cuyo origen era la India. En el siglo XIX se adoptó la palabra meditación para referirse a todas esas prácticas de recogimiento interior o contemplación propias del hinduismo, del budismo y de otras religiones orientales. Aunque muchas tribus occidentales ya la practicaban, como por ejemplo los celtas.

En la actualidad existe un sinfín de recetas y de guías para la meditación. Desde las religiosas a las terapéuticas. Todo el mundo necesita a alguien para poder meditar. Necesitamos de la meditación en medio de un mundo de caos. Según los expertos, la concentración, la memoria y el sistema inmunitario ayudan a las técnicas de meditación. La meditación es el camino para el conocimiento del mundo espiritual y requiere de ejercicios especiales. El conocimiento de uno mismo es el camino para comprender lo que nos rodea. Aunque dicho así puede parecer muy sencillo, cuando la realidad demuestra todo lo contrario.

«El hombre perfecto 
usa su mente 
como un espejo. 
No aferra nada. 
No rechaza nada. 
Recibe, pero 
no conserva»

(Zen)

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La escuela zen es una de las escuelas de budismo más conocidas y apreciadas en Occidente. Zen es la pronunciación japonesa de la palabra china ‘chan’, que a su vez deriva de la palabra sánscrita ‘dhiana’, que significa meditación. El zen busca ante todo la experiencia de la sabiduría más allá del discurso racional. Emergió desde distintas escuelas de budismo y se originó en China allá por el siglo VII, para más adelante adentrarse en otros países como Vietnam, Corea y Japón. Y según el zen, meditar es la condición natural de la conciencia humana, capaz de comprender por sí sola el significado de su existencia. Y se pierde y se interrumpe cuando nos sentimos agitados o cuando mostramos interés por asuntos particulares que absorben nuestra atención y nos distraen del objetivo. Para algunos maestros zen meditar es ‘tocar el corazón’ del ser humano por el propio ser humano. Más profundo quizá es difícil imaginárselo. Porque adentrarse hasta tu propio corazón, tocarlo, palparlo, analizarlo y actuar tras ello quizá es la práctica más difícil por la que se puede ver el hombre en su vida. Para la mayoría de las culturas orientales, la meditación es trascendental y muy importante. Hay muchas escuelas de meditación y cada una tiene sus técnicas. Para algunas significa la forma mediante la cual la mente logra alcanzar un plano de realidad y entendimiento más allá de lo sensorial o aprendido.

En el budismo zen la meditación es un estado natural de crecimiento si el ego no lo interrumpe. El término ego o yo es difícil de definir, más que nada porque hay muchas acepciones y muchos significados, además de teorías filosóficas sobre ello. Se le ha relacionado históricamente con otros términos como psique, alma, ser o conciencia. Cuestionarse sobre el ego o sobre el yo es quizá uno de los cuestionamientos claves y fundamentales de la humanidad. En la teoría clásica, el yo era la sustancia, ya fuera un alma o una cosa. Pero otras teorías negaron la sustancialidad del yo, considerándolo simplemente como una función, un conjunto de sensaciones propias y un cúmulo de impresiones particulares. Y han seguido apareciendo teorías diversas al respecto para llegar a la conclusión de que no hay una unanimidad determinada.

En cuanto a técnicas podemos distinguir varias, desde las que se basan en la observación de la respiración, en visualizar algún pensamiento positivo o imagen que pueda inspirar o las que se basan en aspectos más espirituales. Se puede meditar de muchas formas, concentrándose en algo, o perdiendo la concentración en algo concreto, para pasar a ser algo globales y así poder dejar fluir libremente todas las imágenes que nuestra mente es capaz de exponer, ya sean algo claras o algo confusas. Hay que dejar fluir las sensaciones, las emociones y los impulsos, toda la energía que vamos acumulando en nuestro interior. Para muchas religiones la meditación es la base fundamental para mantener una conexión con la divinidad. También en el campo de la psicología muchos expertos han utilizado técnicas de relajación mental como rutina de ayuda a todas esas personas con cuadros de estrés. En lo que sí se está de acuerdo por muchos y parece evidente es que meditar ayuda a reordenar la mente y calmar la ansiedad. Es una ayuda clara y evidente a la hora de de comprender mejor los objetivos y las motivaciones personales de cada uno, al igual que equilibra el organismo y el carácter. Puede establecer emociones o reactivar otras que se habían perdido u olvidado.
«Hay quienes,
en medio del agua,
se lamentan de sentir sed. 
De igual forma,
muchos buscan lejos la verdad,
sin sospechar cuán cerca está»
(Zen)
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Muchas veces la mente humana almacena demasiadas imágenes, emociones y sensaciones que están aparcadas en algún rincón y que gracias a la meditación podemos soltarlas para poder de nuevo analizarlas con detenimiento. Es una forma de abrir todos los cajones y hacer una limpieza general. En muchas escuelas orientales se definen tres tipos básicos de pensamiento: cerebral, de corazón y de tripas. Y es que depende de la persona o la técnica, los cambios en la conciencia pueden ocurrir de diferentes formas. Hay que restar importancia a las experiencias de conciencia alterada o las descripciones que sean demasiado complicadas. Quizá lo más sencillo, lo que tenemos delante de nosotros es la esencia, es la clave para poder entender mejor, ya sea más o menos. Se puede decir que la  meditación se practica por motivos religiosos, intelectuales, espirituales y de salud. Y no hace falta ser creyente para estudiar meditación. Y es que a partir del siglo XX es cuando se extendió su uso al gran público.

El yoga (del sánscrito ioga) se refiere a una tradicional disciplina física y mental que se originó en la India. La palabra se asocia con prácticas de meditación en el hinduismo, el budismo y el jainismo. Dicen sus practicantes que el yoga ofrece como resultado la unión del alma individual con Dios (para aquellos que tienen vertiente religiosa); la percepción de que el yo es espiritual y no material (para los que adoptan la postura espiritualista); el bienestar físico y mental (para los que se decantan por la opción racionalista o atea). Los hinduistas sostienen que el yoga es eterno y que siempre existió. Para el hinduismo el yoga es una de las seis doctrinas ortodoxas. Hay muchos tipos de yoga pero ahí van unos cuantos: Raja Yoga o el rey entre los yogas, que consta de 8 miembros o pasos; Gñana Yoga, se refiere tanto al aprendizaje o conocimiento conceptual y a la más alta sabiduría, visión intuitiva o gnosis, una especie de conocimiento liberador o intuición; Karma Yoga o yoga de la acción, es la dedicación completa de las actividades, las palabras y la mente. Libera al alma y le permite volver con Dios; Hatha Yoga, es el más difundido en el mundo, conocido por sus ásanas o posiciones corporales. Su propósito es lograr que el cuerpo esté apto para la meditación. Las ásanas generan serenidad física y mental; Bhakti Yoga o yoga devocional.

Tal como vemos el mundo que nos rodea y viendo cómo nos sentimos a diario no es mal argumento comenzar a descubrirse de una manera más profunda, intentando alcanzar las entrañas de uno mismo y dejar de mirar tanto al vecino. Ser humilde, escarbar hasta el último lugar de nuestro interior e intentar comprender todo aquello de lo que tanto dudamos, y sin creer que el resultado vaya a ser positivo simplemente con realizarlo. Lo importante es ejercitarlo, dejar a un lado las distracciones, las cosas vanas y futiles, y observar detenidamente lo esencial, lo que verdaderamente vale la pena. Adentrarse en uno mismo puede dar respeto pero es la única vía para intentar comprender lo que nos rodea, y máxime cuando nos damos cuenta de que cada día es más complicado por no decir imposible. Dejar los prejuicios y el orgullo a un lado y desde la sinceridad propia buscar, analizar y corregir lo que no nos gusta, dejar salir a la superficie lo que llevamos escondido, esclarecer ideas y pensamientos y llegar a emocionarse realmente, de una manera verdadera y no superficial. Ejercicios personales que deberíamos inculcarnos desde jóvenes y quizá así podríamos prevenir demasiadas cosas que no entendemos y que se acumulan en todos los rincones.

comentarios
  1. Nedda dice:

    Me encantó este artículo, Teté. Gracias por compartir!

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  2. Meditación .. armonía cuerpo-espíritu. lo hago a menudo, es escuchar el silencio, escuchar los sonidos de tu cuerpo, tu respiración hasta lograr un equilibrio perfecto! desempeña una función desconocida por muchos, pero para quien la aplica a menudo nos ayuda a identificarnos, a revelar muchos elementos significativos de nuestra existencia!

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  3. Nick dice:

    Muy interesante.
    Me encanta el tema.

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