Diario de pensamientos : Objetos perdidos

Publicado: 3 de agosto de 2012 en Diario de pensamientos
Etiquetas:, ,

Leía hace unos días que una pareja en paro y con pocos recursos había devuelto a su dueño una cantidad considerable de euros encontrados en la calle. Algo inaudito en los momentos que vivimos y dado el ambiente que se respira en la sociedad moderna actual a escala mundial. Porque no hay que ser hipócrita para reconocer que la gran mayoría de nosotros no devolvería ya no un sobre repleto de billetes, sino cualquier otra  cosa que encontráramos caída en el suelo o abandonada en un banco del parque por el que transitáramos. No es pensar mal, es simplemente describir una situación que se repite y se ha repetido desde que tengo uso de razón. Muchos dirían que se trata de cultura, que lo que has visto hacer desde tu infancia lo llevas a la práctica como un imitador, más allá de pensar si lo que haces está bien o mal.

También es un tópico por el que muchos apuestan cuando recuerdan que en culturas muy educadas y con gran sentido de la responsabilidad, del respeto por lo ajeno, como por ejemplo los países escandinavos, esas cosas no suceden, ya sea porque les han educado de esa manera o porque está mal visto quedarse con lo que no es de uno. Uno que ha vivido algún tiempo en uno de esos países se quedó sorprendido cuando se dio cuenta de que hay que cerrar todo, incluso las neveras de un hotel, por miedo a que alguien robe, o a atar y atar a conciencia, una bicicleta porque si no desaparece.  Claro es que no se puede comparar la paranoia que existe en ese país porque alguien se apropie de algo que no es suyo con la que existe en otros países del planeta.

Pero una cosa queda clara, cuando una persona pierde algo, sea de donde sea, la pierda donde la pierda, la da por perdida. Y a eso lo llamamos ‘objetos perdidos’. Encontrar o no un objeto perdido es como la lotería, puedes jugar tantas veces como quieras, pero nadie te garantiza que te vaya a tocar. Recuperar un objeto perdido es sinónimo de alegría, pero una alegría desbordaba, un suspiro eterno, largo, duradero, porque nadie nos hubiera podido garantizar volverlo a encontrar. Y cuando das una cosa por perdida y ves que la recuperas la alegría es múltiple.

Otra cosa es que lo que te encuentras sea o no de utilidad, le des o no un valor, veas si lo necesitas o no, te enriquezca o no, te haga más feliz o no. Son grados de valores que cada uno calcula según el momento del descubrimiento y de su estado de ánimo. Siempre he pensado que encontrarte una moneda es un signo de buena suerte, independientemente del valor de ésta, porque seguramente no me hará mucho más rico, pero el hecho de encontrarla te saca una sonrisa en cualquier momento. Y en ese momento no piensas si a alguien se le ha caído, si alguien la ha perdido…lo único que se te pasa por la cabeza es que has encontrado una moneda y no suele ocurrir.

Pero me llama la atención un suceso ocurrido hace unos días en Berna (Suiza). Un famoso músico local, Alexander Dubach, conocido mundialmente por interpretar obras de Paganini, viajaba en un tren de Berna junto a un valiosísimo violín Stradivarius valorado en varios millones de euros y prestado por un desconocido propietario que permanece en el anonimato,  cuando se apeó del tren y olvidó el instrumento dentro del tren. Hay que estar en Babia para olvidar semejante instrumento pero aquí tenemos un claro ejemplo de que el citado Dubach ya dio el objeto por perdido y sólo se preguntaba cómo iba a poder devolver el dinero que costaba a su propietario. De hecho confesó que nunca había tenido tanto miedo.

Y ahora viene lo bueno de la historia. Mira por donde el violín fue encontrado por un joven llamado Pascal Tretola que lo depositó un día y medio más tarde en la sección de ‘objetos perdidos’ sin tener ni idea de su incalculable valor. Lo que no sabía el joven Tretola es que Dubach había denunciado la pérdida del instrumento y la policía ya había revisado las cámaras de seguridad, advirtiendo que un joven con su misma cara lo había sacado de la estación. Una vez que depositó el violín en la oficina de objetos perdidos se dio cuenta de que estaba siendo buscado por la policía.

El propietario del Stradivarius y el músico quisieron recompensar después al joven por su honorable reacción pero ellos mismos reconocieron que Tretola no pidió recompensa alguna y que tampoco aceptó ninguna cifra. Lo que me llama la atención es la denuncia del suceso como si el instrumento hubiese sido robado cuando no era cierto. La imprudencia de Dubach pudo hacer que perdiera el violín para siempre y, sin embargo, la buena acción del joven nos hace pensar que a veces encontrarse un Stradivarius no te va a cambiar la vida en absoluto, por mucho que esté valorado en varios millones de euros, en todo caso, igual sirve para que te lleven a la cárcel por haberlo encontrado. Ironías de la vida.

comentarios
  1. ¿De que te sirve encontrar un «stradivarius»? En tus manos «vale nada». Es lo mismo que encontrar un diamante de esos de talla «consistente»… Mientras lo tengas tu «vale nada».
    Aunque el joven supiera lo que era el violin, ¿que haria con él?
    Si ya estaba hecha la denuncia de robo, lo mas inteligente era no aceptar ninguna recompensa.
    ¿O quieres que lo acusen del «secuestro» del violin?
    Encontrar y devolver depende de lo que sea. ¿Sabes quien es el perjudicado? ¿Tienes idea del valor y del precio del objeto? Y sobre todo ¿Cual es la intencion subyacente en el individuo?
    ¿Cual es la situacion del individuo que encuentra el objeto?
    Demasiado polemica la cuestion…
    Hasta la del musico, es una conducta polemica!

    Me gusta

  2. Mecha Carbo dice:

    A veces la vida es mas enredada que 1 kilo de estopa… bueno el relato, me gustó mucho

    Me gusta