¿Qué es lo importante en la vida?

Publicado: 3 de diciembre de 2011 en Artículos
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‘El ignorante afirma,

el sabio duda y reflexiona’

(Aristóteles)

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Nos pasamos la vida intentando descubrirnos, intentando entendernos. Intentamos descubrir. Intentamos entender. Nos pasamos la vida haciéndonos preguntas. Preguntándonos. Preguntas sin respuestas. Preguntas continuas sobre dudas continuas. Dudamos. Continuamos dudando…

Vivimos rodeados de esas dudas, y no somos capaces de llegar a acostumbrarnos a ellas. Son dudas existenciales. Son dudas simples. Son dudas complejas. Son dudas, al fin y al cabo. Pero las dudas son importantes también. Sin todas esas dudas careceríamos de estímulos. Pues son las mismas dudas las que nos hacen recapacitar, reflexionar, profundizar sobre lo necesario, sobre la esencia de lo importante. Cuando todavía no hemos encontrado la solución a la mayoría de ellas ya surgen otras de nuevo.

Nos enseñaron (o eso entendimos), que la felicidad es un bien al que tenemos un derecho desconocido de posesión y goce. Y usamos nuestro tiempo buscando esa ansiada felicidad. Creemos que nos la merecemos. Que tenemos que ser felices porque para eso estamos aquí. La finalidad es ser feliz. Las malas jugadas, la mala suerte, los obstáculos, todo lo que la vida va deparando en su lento caminar parece que sean meras incertidumbres hasta conseguir el único objetivo posible, el propósito definitivo: la felicidad. No caemos en la cuenta de que en esta vida estamos de paso. Algunos años, unos más que otros, y se acabó. ¡Tanto cuesta darse cuenta de que la felicidad está en las pequeñas cosas, en detalles minúsculos!

Nos pasamos la vida entre lamentos repetidos, entre quejas contagiosas y sin sentido, entre discusiones evasivas, entre ilusiones falsas, entre sueños rotos, entre rutinas que matan. Nos rodeamos de angustia y de pena, de hipocresía y de falsedad, en lugar de buscar la verdad más precisa, la simpleza absoluta, la verdadera razón de vivir, la complicidad de un beso, el roce de una mano amiga, la sonrisa desconocida.

Perdemos el tiempo con tonterías que nosotros mismos inventamos. No agarramos la solución cuando está delante de nosotros. Creamos castillos de arena para derribarlos después. Somos destructores de nuestra propia causa. Nunca logramos la plenitud de la satisfacción dado que tampoco meditamos profundamente sobre ello, ni siquiera nos lo proponemos realmente.

Permitimos que nos derroten con tan solo un leve empujón. Y empujamos a su vez al siguiente para que fracase como nosotros. No resistimos los cambios, los vaivenes. No somos capaces de levantarnos y respirar hondo. Un simple segundo de reflexión salva minutos de desesperación. No sonreímos a menudo. No disfrutamos. Somos personas vagando, queriendo escapar, sin rumbo fijo, destruyendo emociones que aparecen en el camino, interpretando las cosas por su lado negativo. Deducimos lo que no es evidente e imaginamos lo que parece más real. Ni siquiera somos valientes para reconocer nuestros errores, evadimos la responsabilidad, nunca somos culpables, siempre es otro el responsable de lo que nos sucede. No aprendemos…

Definitivamente, el ser humano es un ser ambiguo, débil y simple. Demasiado simple. Aunque a muchos les cueste reconocerlo. Aunque muchos se empeñen en convencernos de lo contrario. Un ser depredador, absurdo, orgulloso, lleno de errores, que basa su existencia en la posible y simple felicidad que pueda llegar a conseguir.

El ser humano acumula demasiada ansiedad, frustración y melancolía. Todo le parece lejano aunque esté cerca. Todo le parece difícil aunque ya lo haya conseguido. Todo son objetivos por cumplir. Todo son metas por conseguir. Nunca define sus ideas. Tan sólo divaga. Le cuesta disfrutar de esas pequeñas dosis de cercanía y soledad, de interrogación y de amistad, de apoyo y comprensión. Persigue tal serie de proyectos que no finaliza ninguno. No se contenta con lo que tiene, siempre quiere más. Nunca está satisfecho y así es muy difícil valorar lo más simple.

No nos damos cuenta de lo importante. Y, peor aún, no queremos darnos cuenta de lo importante. Y, ¿qué es lo importante en la vida? Esa simple pregunta que levanta pasiones. Acaso representa la pregunta perfecta. La idónea. Dado que no dejamos de recordarnos y de recordar a todos los que nos rodean que ‘hay que centrarse en lo importante y olvidar el resto’. Que el resto son simples complementos, algunos peores que otros, pero complementos al fin.

No dejamos de repetir ‘carpe diem’, aprovecha el momento, los buenos momentos que van apareciendo, que la vida es demasiado corta como para perder el tiempo en quejas y lamentos, que el tiempo pasa muy deprisa, mucho más deprisa de lo que imaginamos, que cualquier día te mueres y ya no queda tiempo para nada más. Nos pasamos una vida entera pensando en lo que deberíamos hacer, en lo que nos gustaría hacer, en lo que nos atreveríamos a hacer, en imaginar, en soñar, en planear. Mientras tanto, la vida pasa y lo verdaderamente importante se queda a un lado, permanece abandonado a la espera de noticias.

Con el paso de los años la duda permanece. Numerosas dudas. Lo importante parece ser más concreto. Más reducido. Con el paso del tiempo nos adentramos en un camino diferente que parece definir el significado correcto de lo ‘importante’. Y ese tiempo transcurrido sirve para que abandonemos hábitos que no nos servían para nada, vamos dejando absurdas formas de pasar el tiempo sin verdadera pasión, momentos insulsos donde no se llega a ninguna conclusión, quebraderos de cabeza que tanto nos lastimaban y que luego olvidamos.

Con el paso del tiempo olvidamos las tonterías, lo que nos amargaba, lo que nos creaba ansiedad, los problemas relativos, la preocupación constante. El tiempo lo cura todo. Incluso la estupidez. Aprendemos lentamente a disipar dudas. No las eliminamos del todo, pero sí logramos filtrarlas.

Lo verdaderamente importante de nuestras vidas no cambia con el paso del tiempo. Sigue estando ahí. Tan sólo hay que sacarlo de la caja donde lo tenemos guardado y hacerlo revivir. O hacerlo vivir de una vez. Porque muchas veces ni siquiera ha comenzado a tener vida. Y lo importante puede ser lo más sencillo, como ese paseo, como esa sonrisa, como esa puesta de sol. Tratando de descubrir el horizonte dejamos de ver la tierra que pisamos. Cuando el bosque no te deja ver el árbol. Cuando el mar no te deja ver la orilla. Lamentos que no se detienen, gemidos que no se callan, sueños que no se realizan, ilusiones más perdidas que encontradas.

Vamos, vagamos, hacia donde nos oímos de otra manera, hacia donde no queremos saber. Dejamos de lado lo importante para recuperar tan sólo lo absurdo, lo efímero, lo tantas veces desechado. Deberíamos abrir los ojos a la sencillez. Deberíamos ser por una vez sensatos, y también sencillos. Tal vez entonces disfrutaríamos más con esa diminuta sensación de estar vivos. Disfrutaríamos con la esencia de lo más cercano. Con lo auténtico. Con lo importante.

‘La felicidad humana generalmente no se logra con grandes golpes de suerte,
que pueden ocurrir pocas veces,
sino con pequeñas cosas que ocurren todos los días’
(Benjamin Franklin)
***
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comentarios
  1. CarlotaMarmota dice:

    Lo esencial es invisible para los ojos- El principito
    Nos empeñamos día a día en dejar que nuestros sentidos sean los que gobiernen nuestra vida (sentidos gobernados a su vez por nuestra mente inquieta),y así andamos, buscando sin darnos cuenta que sólo se ve bien con el corazón.

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    • JUAN MANUELARBONA SANCHO dice:

      ser coherente con lo que se siente y dice incluso cuando pierdes lo que mas amas en este mundo, rebelarte con todas tus fuerzas hasta agotar las posibilidades exixtente y la imposibles y uuna vez hecho esto ya que no se admite la rendicion , morir conla botas puestas y el corazon aunque destrozado lleno,,,lleno de amor…no hay mas

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  2. margarita dice:

    yo , no lo se, intuyo que volver a empezar, es ,al menos ,un camino, una nueva oportunidad, a la que no debemos renunciar, por nosotros y por los otros.

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  3. CriS dice:

    Subsistir, supongo. Sobre la felicidad «…sabiendo que la búsqueda era eterna,
    y que hay muchas paradas a lo largo del camino y que,
    lo importante no es llegar sino, sino el camino en si,…»

    Me emocionaste.

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  4. JUAN MANUEL ARBONA SANCHO dice:

    Ser coherente en lo que se siente respecto a lo que se piensa y actuar de la misma forma , todo lo demas viene por si solo..

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  5. Javier dice:

    Lo importante en la vida no esta predeterminado, para cada uno es diferente. El otro dia lei algo que me gusto: si en tu vida las cosas que te rodean no son importantes, haz tu que lo sean.
    Un abrazo
    Javier

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  6. Marta dice:

    Teté, me estás haciendo reflexionar mucho y no es bueno para mí. La sencillez de la vida no la conozco y creo no la conoceré. Las cosas materiales, el consumismo no es lo que me preocupa. Cada día de mi vida pedí y pido paz, la tranquilidad de vivir sin nuevos problemas. Por lo tanto, no coincido en el lirismo de los comentarios anteriores. Me gusta expresar mi opinión en tus post y cuando haces «la pregunta de la semana» pero me he convertido en estos últimos tiempos en alguien terrenal.
    Sigue indagando en las opiniones de todos los que te siguen y tal vez alguien logre convencerme de lo contrario.

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    • CriS dice:

      Para mí la sencillez es la felicidad en cosas tan pequeñas como salir a la terraza a media mañana y dejar que la luz del día inunde mi cara con el calor del sol. Más sencillo que eso…

      Saludos!

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  7. Rosy dice:

    Tú lo has dicho deberíamos abrir los ojos a la sencillez. La vida no es complicada. Nos la complicamos nosotros mismos creándonos necesidades que en realidad no lo son. Necesidades de la sociedad consumista en la que nos movemos, la cual nos hace difícil que sepamos distinguir lo que es realmente importante de lo que no lo es.

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  8. Bea Ochera dice:

    Tengo mucha suerte, porque sé qué es lo importante en mi vida :)

    Gracias por tus palabras.

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  9. Joan López Casanoves dice:

    Sensacional, Vicente. Estás que te sales. Un abrazo para tod@s.

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  10. Josevi Oliver dice:

    Hola Tete, muy bien definidas las preocupaciones de la vida, al tiempo que las dudas y las angustias, olvidamos lo esencial y nos ocupamos de lo superfluo y de las vanas fantasías.
    Solo tres apuntes:
    «Cuando no sabemos a que puerto nos dirigimos, todos los vientos son desfavorables».

    «He aprendido a ser amigo de mi mismo, el progreso ha sido grande, ya nunca más volveré a encontrarme solo». (Séneca) (2)

    «La fuente de la alegría debe brotar en la mente y quien conozca tan poco la naturaleza humana como para buscar la felicidad en cualquier cosa que no sea su propia disposición, malgastará su vida en esfuerzos infructuosos, y multiplicará las afecciones que se propone suprimir».
    (Samuel Johnson)

    Un cordial saludo.

    Josevi Oliver /Madrid (Josevi49)

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