El caos de la raza humana

«No existe el orden en el mundo que nos rodea,

debemos adaptarnos al caos»

(Kurt Vonnegut)

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El caos. La complejidad de la supuesta causalidad en la relación entre eventos. La raza humana tiene una conexión letal con el caos. Parece que se sienta atraída por este misterioso imán. Sin caos la sociedad parece perdida, parece que lo necesita para autoalimentarse, para nutrirse de energía que le confiera un drama mayor que ya de por sí tiene en su conjunto la vida misma.

El caos. Aquello que rechazaríamos de inmediato por sonar catastrófico, por sentirlo negativo, aquello que cualquiera lo eliminaría de su disco duro como si fuera un virus, y que parece que habite en la conciencia del hombre más allá de su concepto económico, social o personal. Parece como si el caos representara nuestra forma de vida cuando debería ser todo lo contrario.

El hombre es el peor animal que habita el planeta Tierra. Esto es un hecho y además lo reconocemos. Muchos son los que prestan su vida, sus medios, sus esfuerzos, su capacidad para poder mejorar esa idea, pero por mucho que lo intenten, la masa ingente de personas que lo habitan siguen empeñadas en ponérselo crudo. La sinrazón es un elemento inherente a la raza humana, como la violencia, la ignorancia, la irracionalidad, la bestialidad y la crueldad, pero también hay otros valores que pertenecen a esta raza y que parece que a veces los olvidamos como, por ejemplo, el desarrollo, los avances, los inventos y la solidaridad.

Vivimos en un mundo individualista, cada día más, la sociedad occidental en su mayoría corrompe todas las formas conocidas y por conocer sobre cómo explotar los recursos, cómo maximizar los beneficios, cómo sacarle el mayor rendimiento a los trabajadores, cómo comerles el cerebro a los ciudadanos de a pie, pero nadie pone reparos cuando el odio, la ignorancia, la violencia, el asco, la ira, la corrupción deviene en caos.

¿Por qué? Esa sería la pregunta de hoy. ¿Por qué? Nadie lo sabe. Cuando suceden cosas como en el mundo como atrocidades, atentados terroristas, asesinatos en masa, secuestro de personas, etc., uno se pregunta qué hemos hecho mal para que individuos como esos se levanten un día y arremetan contra un país, una sociedad, un grupo de personas desconocidas o de vecinos.

No se puede creer que esas personas fueran ignorantes, quizá sí que estuvieran enfermas, pero hacían vida normal y estaban entre nosotros haciendo su vida normal. Y como ellos, ¿cuantos más hay? Estamos rodeados de presuntos homicidas, de presuntos violentos, xenófobos, racistas, violadores, pedófilos, fundamentalistas, odiadores profesionales, que dicen ser normales pero no lo son, y lo peor de todo es que como estos hay muchos y están en todas partes, son de todas las creencias y colores, pertenecen a cualquier sector social y a cualquier nación, no se corresponden con ningún criterio lógico puesto que ellos en sí mismos ya son ilógicos. Y muchas de sus ideas salen y se cultivan mediante los discursos de líderes que mientras suceden barbaries sonríen sentados en el sillón de su mansión mientras devoran un buen puro y un escocés de 16 años.

Todo parte de un odio hacia no se sabe qué. ¿Tanto odio existe en el mundo? ¿Lo hemos creado nosotros? ¿Acaso la sociedad es cómplice de todos estos actos? La conclusión es que todos estos elementos que atentan contra sólo ellos saben qué, están autoconvencidos de que están en guerra contra unos ‘enemigos’ creados en el centro de su imaginación. Este parece ser el triste destino del hombre en el mundo, luchar y luchar toda su vida contra los elementos que vayan saliendo en la pantalla del videojuego de su vida, sin caer en la cuenta  de qué color tienen, qué raza les distingue o qué pensamiento transmiten.

El caso es crear enemigos por doquier para así tener la excusa perfecta para matar. Eso pasa en todos los grupos terroristas y también en muchos gobiernos occidentales. Cuando la ignorancia y la paranoia se alían estamos perdidos, si no lo estábamos ya.

Siempre hemos creído que somos mayoría aquellos que creemos en la paz, en la tranquilidad, en las buenas formas, en el diálogo, en la concordia, en el intercambio de ideas, sean cuales sean, pero a la vista de lo que va sucediendo en el mundo nos tenemos que plantear muchas cosas, desde lo que a veces pensamos, a lo que a veces decimos, a lo que muchas veces sentimos.

Las opiniones son todas aceptables hasta que se traspasa esa delgada línea donde cualquier elemento anteriormente citado puede utilizarlas para perpetrar cualquier suceso como los que estamos ya acostumbrados a contemplar a diario.

¡Cuidado! No creamos ser tan buenos como parecemos, no creamos ser ejemplo de nadie, quizá a tu lado, aquel que parece ser el ejemplo de decencia y de tolerancia va armado y puede ser peligroso. El odio siempre nos reservará sorpresas desagradables. El caos nos perseguirá allá donde vayamos. Puesto que el caos forma parte de la raza humana.

 

«El caos se encuentra en mayor abundancia cuando se busca el orden.

El caos siempre derrota al orden porque está mejor organizado»

(Terry Pratchett)

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