Que no nos quiten la imaginación

Publicado: 19 de julio de 2014 en Artículos
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Imagen El Guardian de la Imaginacion 2 COMPRIMIDO

 ‘Nuestra imaginación nos agranda tanto el tiempo presente,

que hacemos de la eternidad una nada,

y de la nada una eternidad.’
(Blaise Pascal)
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¡Qué haríamos sin ella! Estaríamos perdidos. O , mejor dicho, más perdidos que de costumbre. Sin ella habitaríamos un espacio indefinido, incalificable, puesto que, gracias a su existencia, nos hundimos en otro mundo paralelo, creado por nuestra mente, que nos acompaña siempre, que nos evade de la realidad, para bien y para mal, pero que resulta a fin de cuentas siempre necesaria. La imaginación nos seduce continuamente, con arte desmedido, con estilo impecable, con astucia contenida, con delirios metódicos, con destreza magistral. La imaginación nos abre ventanas, puertas, y sueños también. Nos hace vivir otras vidas, otras escenas cotidianas, otras esferas diferentes, que también existen, aunque no las vivamos realmente. Porque la imaginación es eso precisamente, vivir las cosas de otra manera, a nuestra manera. Es diseñar lo que nos gusta con nuestro propio estilo. Y gracias a ella nos sentimos diferentes, divergentes y múltiples. Nos sentimos carentes de límites o de barreras. No sentimos la opresión de los obstáculos, más allá de donde queramos definirla. Y para qué habría que definirla…

La imaginación nos permite elevarnos, manipular lo evidente, lo ajeno y lo propio, crear espacios confusos, o perfectos. Nos estimula la mente de una manera salvaje, sin puntos ni comas, sin directores ni peones. Nos muestra un camino que recorrer, en el cual podemos detenernos tantas veces como queramos y en el momento justo que deseemos, pudiendo cambiar de carril, de orientación o de punto cardinal. No se trata de visionar, se trata de vivir de otra manera. Debemos sentir por los cuatro costados. Y aún más. Adelantarnos a los sentimientos, con un simple cierre de ojos, con la única misión de abrir cada poro de nuestra piel y sumergirnos en el más absoluto placer…

‘El que tiene imaginación sin instrucción tiene alas sin pies’
(Joseph Joubert)
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La imaginación nos ayuda a percibir, construir abstractos que parecen reales, objetos que no se detienen y que dan vueltas a nuestro alrededor, lugares escondidos que de repente aparecen y parecen familiares, imágenes manipuladas gracias a nuestro cerebro que se encargan de mostrarnos lo que no hemos conseguido ver hasta entonces, para disfrutarlas, para ensalzarlas y evocarlas, para guardarlas en la memoria, para pensar que algún día aparecerán de verdad. La imaginación se sirve de la memoria, nuestra memoria, para aumentar, para distorsionar o para diseñar la perfección, la dulzura, la belleza, lo deseado y lo necesario, nos hace albergar esperanzas aunque estemos abandonados a la suerte, nos hace parecer gigantes aunque estemos perdidos, nos hace parecer diferentes aunque seamos conocidos. 

Que no nos quiten la imaginación. ¡Qué nos quedaría! Sin ella aún estaríamos más perdidos, sin ella perderíamos una parte de nuestra propia alma, de nuestro propio estilo y carácter. Una seña de identidad única, indefinible, particular y nuestra. La imaginación necesita poco para funcionar y, sin embargo, nos ofrece tanto… Percibimos, pero queremos percibir más. Y todavía más. No queremos límites. Deseamos la realidad, y también el reverso de esa realidad. Siempre deseamos observar diferentes opciones aunque sepamos que, a lo mejor, jamás llegarán. Pero alimentando la imaginación con un poco de ilusión todo es posible, incluso alguna parte de ella se asemeja a los sueños. Experimentamos sensaciones, emociones y somos capaces de aumentarlas y multiplicarlas. Entonces, porqué deberíamos autolimitarnos.

Y lo mejor de todo es que cualquier tiene capacidad para imaginar. Todos somos creativos. Cada uno a su manera. Y la capacidad de abstracción y de diseño mental particular no tiene fronteras ni limitaciones. Eso es lo más grande. Podemos dejarnos llevar por ella. No nos causará daño, tan sólo nos sorprenderá. Y tampoco se trata de conseguir hacerla realidad. Es vivirla de otra manera. Pero vivirla. Olerla, sentirla, verla, tocarla y emocionarse con ella. Sin ella, los inventos serían mínimos, o quizá hallados por casualidad. Los inventores se dejan arrastran, se invaden por ella, y nos ofrecen realidades. Que no nos quiten la imaginación. Luchemos por conservarla, por aumentarla, desarrollarla y sentirla más que nunca. Placeres simples de la vida que son gratis y que surgen de la nada. Un valor añadido en un vida que, de vez en cuando, parece hecha a medida. A nuestra medida…

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